domingo, 22 de agosto de 2010

Javier Valdés… “El que nació de pie.”




“Dícese de la persona que tendrá suerte en todo proyecto que haga. La regla es simple: bebé que nace de cabeza, sobrevive; el que lo hace “parado”, puede morir asfixiado. Quien desafía y gana a esta supuesta norma…tendrá a su favor el cosmos, el tarot, el zodiaco y hasta una pata de conejo. Esta es la historia de cómo Javier Valdés se fue abriendo paso al mundo en el que, actualmente, todos lo conocemos: el mundo del espectáculo. Solo que, siempre acompañado de la suerte.”
           
Hijo, tú naciste parado.”
Aunque no fuese cierto, era una frase que la Sra. Jesús hacía alusión a la afortunada vida que le tocó, le tocaba y le iba a seguir tocando a su hijo Javier.
–“Por poco y nazco en el taxi”- dijo él al referirse de su nacimiento. Fue en Máncora – Piura. Eran entre las 5:30 y 6 a.m. de un viernes 10 de junio de 1959. La resolana se dejaba ver, pero el bebé no. Felizmente llegaron al hospital a tiempo. -“Fue un parto natural y sin complicaciones”- aclaró. Nacer de pie: toda una metáfora. Caer en dos pies en la tierra, al nuevo mundo. Después de estar nueve meses cómodo en su propio hogar, arrebatarlo de ahí para encontrarse con otro totalmente distinto y caer “bien parado”, pues es una hazaña, una señal de rápida adaptación, y de que pase lo que pase… siempre caerás así: parado. “Quedar bien parado”. Pues, según la madre de Javier, así nació él: con los pies bien puestos sobre la tierra.

Javier no siempre se dedicó a la actuación. De niño, cuando era gordito, le gustaba el fútbol. Inclusive hasta ahora lo practica y le sigue gustando, salvo que por falta de tiempo ya no tanto. También le gustaba el frontón y el tennis. Un niño polifacético. Pero los deportes son peligrosos y, a pesar de que él cuente con dicha o suerte… Javier se ha topado con muchos infortunios gracias a este. El haber nacido en Máncora, lo predispuso a gustarle correr olas, a hacer un deporte extremo: el surf. En la adolescencia, haciéndole honor a la etapa, adoleció de varios accidentes: piernas rotas un día y brazos rotos en otro. Pero siempre se repuso. Siempre salió “bien parado”.
Hubo un día en que bajó a la costa verde a correr olas. Un día común y corriente, solo que fue uno en el que el destino le gritó que era su amigo. Tuvo un aparatoso accidente. Cayó de la tabla en el mar y el impulso de la ola hizo que la tabla regresara hacia él. Golpe en seco, un K.O.: la tabla le cayó en el rostro. Pero las cartas ya estaban jugadas, las estrellas estaban de su parte, eran cómplices. El fuerte golpe, lógico, le hizo un gran corte. Pero, lo inusual fue que este corte no fue en la parte externa de la cara, es decir, la herida no era visible para el resto, sino que se había abierto por dentro del rostro. ¿Imposible? Al parecer no. A Javier Fernando Valdés Garrido-Lecca le pasó. Entonces, nuevamente se “puso de pie” y llegó a tierra firme, a la orilla. Le pusieron los puntos por dentro y, así, no tuvo ni rastro de alguna cicatriz. Era lógico, el destino sabía a qué se iba a dedicar en un futuro y no podía dejar que su rostro quedase marcado. -“Hijo, tú naciste parado”-.

Sus inicios en la actuación datan de su época escolar. Su mentor ahí fue el antaño Adolfo Chuiman. –“Cuando era un actor serio”- aclaró Javier. Fue su primer profesor de actuación. Eso fue en el colegio Santa Margarita. Desde ahí ya sabía a qué se quería dedicar: a ser actor. Así salió de la etapa escolar, con la idea de ser actor. Pero, como era lógico para esa época, no conto con el apoyo paternal. -“Mejor estudia en una universidad y has teatro como hobby”- le dijo su padre Armando (el padre de la logística del Perú), aún miembro de la PEA (Población Económicamente Activa). Actualmente con 88 años encima pero sin ser apreciados. Y así fue, o así lo intentó. Javier después de haber intentado ingresar a varias universidades estuvo en una época de desconcierto, de incertidumbre. No sabía qué estudiar. No sabía qué carrera elegir para complacer los mandatos de su padre.
Así anduvo un tiempo. Sin ingresar a una universidad. Solo actuando. Pertenecía al grupo de teatro “Telba”, el cual, uno de sus directores era Roberto Ángeles. “AM/FM” fue una obra realizada en este grupo y es una de las preferidas por Javier. Se llena de emoción cuando habla de esta. Se basaba en situaciones que a los jóvenes les tocaba vivir (violaciones, descubrir tu verdadera sexualidad, “la primera vez”, etc.). Se les decía a los actores una frase o palabra y ellos tenían que hacer una representación de lo escuchado. Se elegían las mejores, la montaban y las encadenaban en la obra. -“Tuvo un éxito tremendo”- dijo Javier.
Pero no todo era color de rosa. La voz de su padre era firme como el roble: -“O trabajas, o estudias”. Se preparó y, finalmente, ingresó a la Universidad de Lima a estudiar números. Se “sacó la vuelta” él mismo, pero como era lógico, al cabo de un tiempo, desertó. No era lo suyo. Comenzó a trabajar. Enseñó folklore cuando tenía 21 años (un punto más a la lista de facetas) en el colegio “Los Reyes Rojos”, cuando su director era el difunto Constantino Carvallo. Ahí se codeó con mucha gente del mundo del espectáculo. Padres de familia en su mayoría. El actual director de cine, “Pancho” Lombardi, fue uno de ellos. ¿Suerte o destino?

Así pasaron los años. Pero comenzó a sentir que algo no andaba bien, se sentía dependiente, muy dependiente de sus padres. De repente engreído, de repente inmaduro. Se tuvo que ir, dejar el Perú, dejar a sus padres y a sus 5 hermanos y hermanas para traer consigo un nuevo equipaje. Uno del cual nunca más iba a dejar. Un nuevo Javier, uno cambiado, independiente y maduro.
Entonces fugó, con la autorización de sus padres claro, aunque mucho no le iba a importar: sea como sea, él se iba. Ingresó a la “Complutencia de Madrid” de España y con ese papel, su padre se sintió más tranquilo. Pero Javier fue muy ansioso. Sin generar los trámites para sacar visa como estudiante, se fue del país. De ilegal en España, nuevamente en un mundo nuevo, uno desconocido. Noches frías, gente desconocida, solo con los pasajes, pues solo eso le dio su padre como apoyo financiero: le compró los pasajes. Ida y vuelta claro. Se las tenía que arreglar solo. Pero lo que no sabía el Sr. Armando era que su hijo, en complicidad de los astros, iba a salir de ésta. Javier comenzó a trabajar nuevamente. Solo que esta vez de mesero, vigilante, etc. Su lista de polifacético iba en aumento. Una noche asaltaron el lugar que cuidaba, pero uno de los cabecillas de los maleantes era un conocido de él, y no le pasó nada. Que suerte.
Unos 500 dólares le tocaban al mes. Lo suficiente como para tener techo, comida, estudiar teatro, y tener alguna que otra recreación. Ah claro, siguió estudiando teatro en la escuela de Cristina Rota (una actriz argentina que fugó de su país en la época de la dictadura). De esa escuela salieron muchos actores y actrices de primer nivel, Ana Torrent es una de ellas. Fue en la época en que España no era miembro de la Unión Europea, y por ende, no existía el euro. Felizmente, pues sino Javier la iba a pasar muy mal.
Por esas cosas de la vida, ahí conoció a su actual esposa. Patricia. Patty para él. Es peruana y actriz también. El viaje resultó ser la mejor decisión que haya podido tomar. Antes de partir, Francisco Lombardi le ofreció trabajar con él, pero Javier lo rechazó por el viaje (hasta ahora, Francisco nunca más lo ha vuelto a llamar). Ahora tienen hijos. Dos para ser exactos. Nicolás, que le sigue los pasos a su padre pues estudia artes escénicas en la Universidad Católica; y su hija Micaela, que se encuentra en secundaria. -“Hola mi amor”- le responde a su hija el celular. A su hijo, de repente no será así, pero lo ha ayudado y aconsejado para que, a diferencia de su padre, tenga un título universitario. Padre ejemplar. De los errores se aprende. Al parecer, las cosas le salieron en la vida como quería. –“No me arrepiento de nada”- aclara.
 
                   -“Siempre digo lo que pienso.”
                   -Eres honesto, entonces.
                   -Sí, aunque algunas veces eso hace daño.” 
    
Confiesa que muchas veces su honestidad duele. “Ha llegado a herir sentimientos con su impulsividad”- dice Cecilia Valdés, su hermana. 
 
                   -“¿Un defecto, Javier?”-
                   -“Creo que soy muy dejado, hasta flojo.”
No es un tipo que busca participar en las obras teatrales ni en las novelas. No busca las oportunidades, sino espera a que lo llamen. –“Ellos saben que estoy ahí, y si quieren, pues, que me llamen”- agregó. A lo que Marco Zunino, una vez le dijo: -“Pero, Javier, siempre es bueno buscar oportunidades”. 
¿Pero, acaso no lo vemos siempre en obras de teatro, en tv o cine? Entonces sí funciona. Sí le funciona. Su dejadez va de la mano con una confianza de que lo llamarán, de repente sin saber que lo harán, pero pasará. ¿Por qué? -“Tú naciste parado, hijito”-.
    -“Pero, cuando quiero, puedo llegar a ser muy jovial y simpático.”- dijo Javier, para no quedar mal. Y eso se nota cuando personas que no lo conocen del todo, solo un “hola y un chau”, afirman que se le ve buena gente: -“Se nota que la gente lo quiere y se le ve muy buena persona”- dijo Gianela Neyra refiriéndose a él.
 
Ahora el se encuentra en una reunión. 
4:00 pm fue la hora citada para poder hablar con Javier Valdés y “Descubrir”, el lugar. Un jardín lleno de árboles con flores amarillas y violetas me recibía; y en el medio, una señorita sentada vestida de blanco. ¿Una enfermera? ¿Dónde estoy?
Esperando en la sala destinada para eso, había dos personas esperando a sus hijos. O eso se supuse, porque la sala estaba arreglada infantilmente y tenía unos juguetes en un rincón. ¿Qué es esto?
“Descubrir” es una institución que se dedica a la aplicación de la práctica psicomotriz y a la investigación de los principios de la práctica psicomotriz de Aucouturier[1], mediante talleres dirigidos a niños de cualquier edad a través de las diferentes formas de expresión: cuerpo, movimiento, acción, etc. La dueña del centro es Patty, la esposa de Javier, y él se encarga de velar por las cosas administrativas. Felizmente ingresó a la Universidad y estudió números. Patty estudió con el profesor Aucouturier en Río de Janeiro, Brasil.

-“David Camargo”- se le escucha decir después de un portazo. Unos pasos firmes se acercan. Una silueta de un aproximado 1.82m. de altura entra a la sala. Es Javier. Finalmente lo conseguí. Frente a mí con una ligera sonrisa y una humildad que lo hace disculparse por el retraso: ya eran las 4:20 pm. Me puse de pie, él ya lo estaba. Y es que para admirar, saludar, ver, abrazar, besar, tocar… a Javier Fernando Valdés Garrido-Lecca, hay que ponerse de pie. Como cuando uno aplaude al terminar una excelente función de teatro. Reconozcamos sus logros. Ha salido de varias adversidades en su vida, muchos inciertos e incertidumbres. Pero salió. “Quedó bien parado”, para variar. Hay que estar parado, porque él ya lo está. Está “con los pies bien puestos sobre la tierra”.

Y es que, Javier Valdés es “el que nació de pie”… según la Sra. Jesús.



[1] Bernard Aucouturier es un profesor  de la psicomotricidad. Es reconocido a nivel mundial. Nació en Turín-Francia.

3 comentarios:

  1. 'Ta que largo, bro! qué emoción la tuya! jaja

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  2. Jajaja... Sí un poco. Y abrá más todavía en la próxima. Gracias por el comentario, Pauli.

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  3. Mi Nombre es Diego Garzon Beltran Yo también naci de pie y doy fe de lo que dice.

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