A la primera enamorada se le guarda siempre un cariño y respeto que hasta a tu contemporánea compañera le dan celos. Me acuerdo muy bien como fue. Una amiga de mi promoción me llamó en el recreo desesperada y emocionada para que la acompañara a un lugar bien escondido del colegio. Estaba en 1ero de secundaria en el desapercibido CIFO (Colegio Isabel Flores de Oliva) en San Isidro. Si no me equivoco, fue un mayo del 2001. El día no me acuerdo ahora, pero en ese entonces sí lo fue todo. Llegue jaloneado de ella a un lugar recóndito de mi colegio. Yo era nuevo y no conocía muchos los espacios del lugar; solo me interesaba dónde estaba el baño, la canchita de fútbol, mi salón y el lugar donde podía comprar comida.
Una silueta de cabellos largos, lacios y castaños claros salió del salón de Folklore. Era una chica que era un año mayor que yo, es decir, estaba en 2do de secundaria. Tenía esa carita de la que uno suspira cada vez que la recuerda y su nombre hacía alusión a espacios de la naturaleza. Yo ya sabía para qué me habían llevado hasta allí. Por esas cosas que no recuerdo, sabía que me le tenía que declarar. No sé si fue porque mi amiga me lo dijo o porque yo lo quería hacer. No lo recuerdo bien. Parecía más una imposición ese momento tan ansioso y vergonzoso por el cual todos los hombres, en esta sociedad machista, tenemos que pasar: el declararte a una mujer.
Me habían sacado de jugar fulbito con mi promoción, así que más valía que el momento sea aprovechado de la mejor manera. Hablamos un rato acerca del motivo de nuestro encuentro:
-“Me dijeron que quieres hablar conmigo”- le dije todo ingenuo.
-“¿Si? A mí me dijeron que tú querías hablar conmigo.” – dijo ella lavándose las manos.
Le dije que había escuchado que le gustaba. Era lógico, en ese entonces uno se enteraba de las cosas por el resto, porque cosas a la cara, JAMÁS. El máximo grado de acercamiento directo, y a la vez indirecto, que tenía alguien a otra persona era la famosa carta. Por ahí debo tener guardada alguna carta de ella. En fin, me confirmó mi sospecha al levantar un lado de su boca dejandose percibir una ligera sonrisa, riéndose como cuando uno no quiere y dejando expulsar el aire por la nariz, y cuando me contesto con otra pregunta: –“¿Así? ¿Eso te han dicho?”- Ahora todos sabemos que “el que calla otorga”, pero en la flor de la pubertad, cuando recién uno está descubriendo las mañas y artimañas de las mujeres, de sus laberintos sin salida, de sus inseguridades con son seguras y sus seguras que son inseguridades, uno no sabe QUÉ DEMONIOS SIGNIFICA ESO.
Ese momento ha sido el único en que me la he jugado, si la memoria y las heridas no me fallan. Yo nunca voy a la incertidumbre, ya que tengo que estar completamente seguro que la otra persona guste de mí tanto como yo de ella y que me diría que “sí” casi sin parpadear. Aunque no todo es absoluto.
Llegó el momento en que los pájaros pueden cantar, como en que las hojas de los árboles se puede caer. –“A mí me gustas, ¿quieres estar conmigo?”- Al parecer, en esos tiempos bastaba el gusto, y no todo el mar de pensamientos que nos hacemos ahora acerca de que si nuestro futuro será mejor con ella o él, de que le pueda hacer daño o no, de que pueda serle infiel con la ex, etc.
-“Ya. Sí”- dijo ella.
-“Sí… ¿Qué?”- pidiendo una explicación a mi ego para que me confirme lo que ya sé.
-“Sí quiero estar contigo”-entre risas y miradas a los alrededores. La vergüenza es nuestra hasta ahora.
Entonces llegó el momento de eso a lo que ahora nuestra generación ha hecho tan efímero y casual: el beso. Me le acerco con la torpeza de una tortuga al querer correr y me despido con tal rapidez que ni un relámpago me hubiera ganado. Me di media vuelta y corrí a seguir corriendo detrás de una pelota. Creo que eso fue la condena del porqué terminamos en aproximados 21 días, porque nunca pasaron del pico nuestros saludos. Hasta ahora lo lamento y hasta ahora lo recuerdo.
Ahora ella está con un chico con el que va a cumplir 4 años de enamorados aproximadamente, si es que mi oficio de stalker novato ha funcionado bien. Le está yendo bien hasta donde tengo entendido y me alegro bastante. Siempre a la 1era enamorada se le guarda ese cariño y ese respeto. Gracias por esos 21 días, M.
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