miércoles, 11 de agosto de 2010

La música fue su mejor aliada

"El pianista" fue un film que marcó mi vida. Pude comprender la total realidad en la que vivió la gente en ese entonces: en la 2da Guerra Mundial. Las escenas escabrosas dirigidas por el director “Roman Polanski” hicieron que los escalofríos traspasaran mi piel y llegaran hasta los mismos huesos, me sumergieron en imágenes que no se me quitaron por días enteros y me hicieron dar miles de gracias a los cielos por no haber nacido en Varsovia, Polonia, en ese entonces.


Adrien Brody protagonizó a “Wladyslaw Szpilman”, ese pianista judío que sobrevivió a la invasión nazi gracias a su música. Su reputación como músico lo salvó de la deportación, pero igual tuvo que soportar innumerables situaciones, en “el ghetto” de Varsovia, que lo llevaron al borde de la locura. Si es que acaso, no la había tocado ya.
Separado de su familia a la fuerza, y viendo como moría ésta carbonizada, tuvo que sobrevivir solo. Al cabo de un tiempo pudo escapar del “guetto”, pero solo para seguir sufriendo. Sin comida, cansado, desquiciado, mugriento… solo tildó a sobrevivir, a buscar refugio donde sea, a comer lo que sea. Las orgías de cuerpos sin vida en las calles ya no le parecía algo extraño, era el paisaje de su vida diaria. Era su realidad. Pero el destino lo lleva nuevamente a la música, a ese piano donde se siente a salvo y tranquilo.
Se encuentra en una casa cabizbaja, una casa que pareciera que con un soplido del lobo se podría caer. En ella hay un piano. En él hay una alegría. “El pianista” comienza a tocar majestuosamente. Al parecer las bombas, el hambre, el trauma, la sangre y demás, no irrumpieron contra su habilidad musical. El sonido irrumpió contra el silencio del lugar, la armonía sonora irrumpió en el oído de un oficial nazi. Como era lógico, no quedaba más opción que asesinar al músico, ya que era una ley que se cumplía con gusto y sin remordimiento alguno. Pero la melodiosa música incentivó a la compasión del oficial, a ese lado oculto y benévolo que la mayoría de los nazis, por no decir ninguno, no sabían que tenían.

“La música ha llevado a muchos a excesos, a muchas adicciones y extremos. Pero muchas veces toca el alma, toca el trasfondo de esa coraza que nos hace insensibles a las cosas”. –David Camargo-

Basada en una historia real, este film educa, claro; pero más que todo te sensibiliza a valorar las cosas que tienes ahora y no las que quisieras tener, porque muchos sufren más que nosotros. Muchos han sufrido más que nosotros.

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